Ruta realizada el Viernes 22/04/2022
Participantes: Alfredo, Domingo, Félix, Pepe, Gustavo
Reproductor audio crónica:
Nuestro último día en Ruidera no tenía buenos presagios. El día anterior habíamos sacrificado una cabra y tenía las entrañas negras, con una anotación de la AEMET en su interior que indicaba que lo llevábamos claro.
La noche no hizo más que confirmar tan siniestro pronóstico y el sol salió de su escondite pasado por agua. Sin embargo, durante el desayuno la lluvia se detuvo. Está claro que somos caballeros de fortuna (como los del libro de Luis Landero).
Como siempre, con una puntualidad germánica, quizás pelín exagerada, estábamos a las 9 listos para comenzar nuestra última ruta por estas tierras.
Salimos del pueblo de nuevo por el Hundimiento, en dirección noroeste, hacia unas pequeñas lagunas (la Coladilla, Cueva Morenilla y del Cenagal).
Desde el primer momento, en vista del cielo amenazante, le dimos cera a los pedales y comenzamos con un ritmo frenético, difícilmente soportable para cualquier otro mortal (si ya lo sé, parece que somos del universo Marvel, pero da dramatismo a la narración).
El recorrido transcurría al principio muy cerca las lagunas, paralelos a un canal, que debido al día gris, no mostraban el precioso color azul que nos cautivó el día anterior. Pronto dejamos la lagunillas y nos topamos con el embalse de Peñarroya.
El camino era sencillo, entre encinares y siempre vigilantes por si podíamos sorprender a alguna grulla o garza. Vimos alguna águila sobrevolando los humedales. Íbamos distraídos en estas cosas cuando, de repente, el track giró 90 grados a la izquierda y nos comimos un bonito cuestón bastante largo. Bueno, quizás no fue para tanto, pero la falta de costumbre…
En lo alto de la cima nos encontramos un extenso páramo, lleno de encinares y fincas explotaciones de almendros, viñedos y algún olivar. El cielo amenazaba lluvia y escuchamos una explosión que supusimos que podría tratarse de un caza de la base de Los Llanos superando la barrera del sonido. Así que volvimos a darle caña para alcanzar nuestro objetivo del día, el castillo de Peñarroya.
Antes de lo que nos esperábamos, llegamos a un punto desde el que había una vista espectacular del castillo objeto de nuestra ruta. Aprovechamos la parada y nos comimos nuestro platanito (lo suyo hubieran sido unas migas pero…).
No nos poníamos de acuerdo. Unos querían entrar al castillo, otros alegaban excesivo desnivel para afrontar semejante gesta, otros querían volver para comer, que nos íbamos a mojar… Al final, alguien tiró para adelante ytodos le seguimos, acabando de rondón dentro del castillo, eso sí, después de una subidita bastante asequible, a pesar de su mal aspecto inicial. Mereció la pena este castillo del siglo XII-XIII, con su virgen y todo.
Después de tomar un refrigerio al lado del castillo, retomamos el camino. Nos pusimos en plan creativo y modificamos el track preestablecido. Incluso intentamos atajar siguiendo el mapa de Oruxmaps Y claro, nos encontramos con una finca que nos cerraba el paso. Al menos lo intentamos, pero en un lugar donde todo es propiedad de alguien, es difícil avanzar porque aquí sí han conseguido ponerle puertas al campo.
Pronto retomamos el track original y volvimos a coger la velocidad «infernal» de siempre.
La cosa es que el tiempo se estaba poniendo de nuevo amenazante. El track nos llevó a una comarcal, la CM-3115, donde nos enfrentamos a un viento de cara de lo más agradable, excelente para el cutis. Ya quedaba poco pero no teníamos todavía claro que no nos fuéramos a mojar. Ya era un tema de orgullo.
Pero estaba claro que estábamos de suerte. Llegamos a Ruidera sin problemas. En nuestro hostal (La Noria) estaba Juan para recibirnos. Limpiamos las bicis, a nosotros mismos, y nos fuimos a comer al restaurante Victoria, donde encontramos sitio de chiripa.
Durante la comida empezó a llover. Ya teníamos los coches cargados y, después de un café, salimos en dirección a la capital. El camino de vuelta lo tuvimos pasado por agua. Mientras conducía, respiraba aliviado. Nos habíamos librado por la campana. Una vez más habíamos desafiado a la AEMET con éxito.
Han sido tres días estupendos en los que las Lagunas de Ruidera nos han sorprendido muy gratamente.
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3 comentarios en “Ruidera Norte”
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Gracias Domingo, estupendo relato. Un día de mucho rodar a buen ritmo. No sé si fueron las retinas cansadas, el miedo a la lluvia o el peso de los megas, pero hubo menos poses y caritas que el día anterior. No recuerdo una media de 15km/h desde la juventud.
Buena crónica Domingo.
Espero que Rufi haya enviado una queja formal a la AEMET. Que hubiera ganado el Madrid (incluso el de baloncesto) y además no hubiera llovido no es de recibo.
La verdad es que fuimos a buen ritmo buscando evitar la lluvia y lo conseguimos.
Mi mujer no se cree la dieta tan frugal que tuvimos los tres días ( y yo casi tampoco). Entre la dieta y el desnivel acumulado nos estamos yayizando.
Gracias Domingo. Me gusta la música. Y la foto de los santos inocentes, muy apropiada.
El atajo que tomamos fue cojonudo. Menos mal que no había cuestas porque en vez de atajar le metimos más del doble de kilómetros. Y menos mal que nos acercamos al castillo porque es lo más significativo de la ruta. El alojamiento razonable y limpio. El hostelero amable y graciosillo.
Anselmo el de la AEMET se ha comportado según mi petición. Ya sabe que puede ser despedido inmediatamente y de modo procedente o perder la cesta de Navidad.
Rufi, sólo un consuelo. Hemos comido fatal y caro para la morralla que nos daban. Nos han negado el menú en todos los sitios (menos en Daimiel que fue el mejor) y la carta era una ordinariez. Está nítido que los manchegos no se distinguen por la calidad y la elaboración de sus viandas. Para comer bien de menú, hay que tirar para el norte. Próximamente en esta sala.